sábado, 27 de julio de 2013

Ciudades


Las ciudades contienen micro-mundos extraños a los que pertenecemos o no pertenecemos. Para mí, solo hay una ciudad que me pertenece y unas cuantas a las que he pertenecido de forma fragmentada, como pequeñas piezas de un puzzle que no siempre encajan. A veces, recibo piezas de amigos en las que me reconozco pues formé parte de ese submundo antes de ahora. Cuando has tenido varias ciudades, varios mundos, descubres que todos siguen girando mientras tú estás a otras cosas. La vida no se detiene y cambia mientras es reconocible. Da igual el lugar que habitemos, siempre que lo abandonamos o desertamos,  todo sigue en él, aunque nosotros no estemos.

viernes, 26 de julio de 2013

Renuncias


Empiezo a comprender que he renunciado a una parte de mí que no es que eche de menos, sino que extraño en determinados momentos. Añoro algunas cosas de mi otra vida, aunque sé que es lo mínimo... Siempre supe que aquello era temporal, que no era para toda la vida... Estar de paso supone no crear lazos y omitir muchos detalles, pero mientras pasas por ese lugar te construyes una vida para bien y mal... Y cerrar un capítulo en una vida siempre es duro...

domingo, 21 de julio de 2013

Ahora

Y ahora no sé distinguir entre lo que quiero yo y lo que los demás quieren, entre perderme yo o que los demás me pierdan. No encuentro una senda clara, no veo el camino de baldosas amarillas, ni la tierra prometida. Simplemente espero la próxima señal...

jueves, 18 de julio de 2013

Retorno


   Por fin he retornado al origen, aunque no puedo prometer que sea por mucho tiempo. He vuelto a vislumbrar mi alma y sus recodos, todo lo oculto tras dos años de ausencias. He atisbado los días eternos y las noches interminables. He recuperado a la Luna reclamando su espacio y al Sol enamorado de la tierra. Cuando no estás, olvidas determinadas cosas, como el calor de la luz acariciando la piel, los sabores añorados de la comida o las bebidas, el tacto de la ciudad. En esos momentos gloriosos valoras el cielo azul con sus nubes al atardecer, callejear por lugares propios por inercia, sin pensar, sin recordar, sin preguntar... Conocer el camino que siguen tus pasos y sentir que perteneces, que eres parte de ese lugar, que eres un fragmento minúsculo de ese Madrid que amas y odias al mismo tiempo. Sentir que todo es como debe ser y que no hay más destino que ese.