lunes, 2 de junio de 2014

Aquel dulce cuento de hadas

   Cuando se despertó aquel lejano día en el que el mundo estaba cambiando, recordó la lejana noche en la que descubrió que los reyes no eran personajes de los cuentos de hadas y que los príncipes se alojaban más allá de las páginas de sus maravillosos libros. Más tarde, comprendió que los súbditos existían fuera de los libros de historia y que los príncipes ya no iban a caballo. Visualizó esas dos veces en su vida, dos momentos que no habían sido importantes por ella, sino por el príncipe que ya no era azul (sólo es príncipe azul el de La bella durmiente, aunque muchos piensan que también lo era el de Blancanieves) con el que coincidió rodeado de escoltas.

   El día más importante fue aquel en el que pensó que todos los cuentos son mentiras. El rey, que era rey cada Navidad para ella, proclamó que dejaba de serlo. Dejaba de ser lo que siempre había sido. La súbdita que descubrió gracias a él que los reyes existían, pensó que habría otro nuevo rey, aquel que fue príncipe y que tal vez, habría que descubrirlo para empezar a escribir otro cuento de hadas.

   Otra posibilidad sería escribir un libro de historia...