El destino o la naturaleza efímera del ser nos obligan a decir adiós a lo que en un principio pensamos que son pocas cosas, y más tarde comprendemos que es todo. Despedirse es complicado y difícil, dejar que alguien a quien quieres se vaya es lo más duro que hacemos. Ver como ese ser amado nos deja para siempre es un dolor tan grande e indescriptible, que no hay palabras creadas para expresarlo. Contemplar y acompañar en la muerte, en definitiva, es algo natural que va más allá de nosotros mismos y que nos resulta insoportable porque en el más absoluto de los misterios humanos. Todo es perdurable, salvo nosotros.
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Adelante, no seas tímido...