lunes, 27 de enero de 2014

Y pese a todo

Y pese a todo, todavía, por la noches y cuando paseo por el día,
mi mente me sorprende pensando,
"pero que bonita es Madrid".

Curioso pero cierto,
pese al medio año que llevo aferrándome a sus entrañas,
pese a sentirla y sentirme en ella,
todavía me sorprendo recordando la añoranza y la vida
más allá de ella.

El deseo de Madrid perdura aunque sigo en ella...
Será cosa de la edad o del cansancio...
Sin duda, ahora sé, que para mí no hay mejor lugar en
el que aullar a la luna.

Cenizas, polvo y reformas

Destruir algo para reconstruirlo parece ser parte intrínseca del ser humano. Somos destructores natos que exterminan todo aquello que les molesta, a  veces son asquerosos insectos, a veces son personas que molestan casi tanto como los insectos, otras, paredes decrépitas que enmohecen la dulce cárcel, prisión y celda que nos acompaña día a día. 

El precio de cada demolición varía. Muchas veces es material, se trata de más o menos dinero, como todo. Otras, de cambiar costumbres y amistades que también puede traducirse en dinero (más o menos llamadas de teléfono, más o menos regalos de cumpleaños). 

Sin embargo, desde otro punto de vista, se trata ante todo de paz espiritual. Nada como librarse de los problemas causados por una prisión con cañerías de plomo o un sistema eléctrico corrompido por el tiempo. Nada como renovarse para estar atrapado confortablemente y durmiendo bien.