Es difícil meter una vida entera en una maleta y como es imposible, hay que elegir y seleccionar. Esta selección no depende de preferencias sentimentales, ni recuerdos dulces (los amargos se descartan), ni de las dudas o esos objetos a los que no se quiere renunciar pero que se dejan amontonados en una casa. Hacer una maleta es todo un arte y como no, un desafío que nos hace ser prácticos y útiles: metes los zapatos cómodos y dejas los de tacón que te pones una vez al año, la ropa de trabajar desechando la nocturna que se aproxima más al yo que eres y no al que aparentas ser.
Y dejas también, los libros pesados que lees cuando estás tristes, los dvds que te hacen reír, los juguetes que conservas de la infancia y los que has comprado de mayor...
Dejar y abandonar es el precio que se paga por las nuevas vidas.

Pero comprarás nuevos que crearán vidas nuevas y recuerdos nuevos...
ResponderEliminarPor supuesto...
ResponderEliminarAdemás hay recuerdos que siempre van a estar cuando los necesites. Podrás tirar del hilo de la memoria y mandar un mail "Os hecho de menos". La respuesta siempre será "Estamos aquí y no nos iremos"
ResponderEliminarSiempre se me dió muy mal hacer maletas, si me voy lejos como tu me apuntaré a un cursillo acelerado para hacer bien la maleta y meter solo lo que necesites
ResponderEliminarSe reduce a llevar lo imprescindible...
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