Tenerte en el mundo de los sueños y en el real es lo mismo, aunque no sea nada. Pensar en ti, en tus calles tortuosas, en tus olores característicos, recordar tu tacto y tus colores y descubrirte en lugares recónditos y lejanos, en esquinas de otros lugares. Buscarte en otro mundo, en el actual, en los quioscos de prensa escritos en otra lengua, encontrarte en la pantalla del móvil o hablando con la gente, que te recrea con palabras no tan amadas como las mías.
Vivirte cada noche, como cuando cuando era real. Hoy es Atocha (perder el búho y esperar en el bar de taxistas), ayer fue Ciudad Universitaria (con su luz y sus sobras y como no, mis decrépitos edificios de letras), el otro día, el Templo del gato (con su música y sus tercios, los de siempre)... Y así cada noche, Madrid y yo nos reencontramos...
Menos mal que en el mundo de los sueños todo es posible, jejeje, yo doy gracias al cielo por recordar todos los días lo que sueño, es una vida paralela a esta, es más, es la otra mitad de nuestra vida, besitos, reina!!!
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