viernes, 15 de abril de 2011

007 (I)

Te levantas. Haces café y recuerdas que estás en el paro (que no trabajas). Enciendes el ordenado y abres el correo electrónico (como buen español casi no desayunas). Buscas algún nombre conocido, no hay ninguno (nadie se acordó de ti). Relees las direcciones y asuntos en busca de ofertas (como a buen español, te gusta salir, tengas o no dinero para ello). Un e-mail llama tu atención. Lo abres y lees: 65% de descuento en cursos de espionaje en Londres. Atónito, piensas si eso puede ser posible. Piensas en el traje de James Bond, en el coche de James Bond, en los juguetes de James Bond... cómo no, en las chicas Bond.

Borras el e-mail. Enciendes la tele. Conectas tu consola: ahora si que eres James Bond.

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